Wednesday, August 6, 2008

Boca la Caja espera respuestas

ciudad. Alrededor del barrio pesquero se levantan torres de apartamentos y oficinas de alto valor.

En el corregimiento de San Francisco, Boca la Caja sobrevive en medio de rascacielos.
Residentes piden precios justos por sus viviendas y terrenos, mientras intentan organizarse.


Ana Teresa Benjamín La Prensa

Empapados y con la piel ceniza, unos niños en Boca la Caja se regodean entre las olas, sin importarles que el mar esté oscuro y viscoso.

Camilo Mendoza está un poco más lejos, sentado frente a una de las dos entradas que el el relleno del Corredor Sur dejó para los pescadores de Boca la Caja. Es hombre de mar desde hace 60 años, y, cuando llegó el barrio era “puro mosquito y monte”, según cuenta.

Hoy, Boca la Caja tiene centro de salud, iglesia y una escuela primaria. Las casas están pegadas unas a las otras, separadas apenas por veredas laberínticas. Huele a salitre y hace calor. Se levanta la vista y hay torres de vidrio. A pocos metros del barrio hay un centro comercial que acoge tiendas de marca y un hospital privado, de lujo.

Pero lo que Mendoza tiene ante sí son las pilastras de una rampa que se está construyendo, en donde podrán arreglarse botes pesqueros. No entiende bien lo que pasa porque está casi seguro de que al barrio le quedan pocos años de vida, pero la rampa avanza.

“Esa es nuestra gran incógnita”, dice, mientras del otro lado, en donde siguen jugando los niños, un bote sale por otra de las entradas, rumbo a la faena pesquera.
En la calle, con rollos en la cabeza o con batas muy amplias, un grupo de mujeres compra verduras que un hombre vende en su pick-up.

Los nuevos vecinos

Ubicado entre lotes residenciales de alta densidad, en el mapa de zonificación del Ministerio de Vivienda (Mivi) encontrado en la web se lee que Boca la Caja está bajo “estudios especiales”.
José Batista, viceministro de Vivienda, dice que el área es una “zona residencial especial”, sin zonificación específica.

Para que una torre de apartamentos pueda construirse allí –como temen los vecinos– habría que cambiar los usos de suelo, “pero nosotros no vamos a tomar esa decisión”, recalcó el viceministro.
“La condición especial de ese barrio se está respetando”, [realmente esperemos que sea así]agregó, y cualquier cambio se gestionará por solicitud de los propios residentes o de los nuevos propietarios.
Porque en Boca la Caja, dice Rubén Gómez, uno de sus residentes, hay quienes están comprando a los “más débiles”, a quienes “más necesitan”.

Nadie parece saber qué lotes se han vendido ni quién los ha comprado, pero Gómez resiente las ventas individuales porque “eso debilita el movimiento”.

El “movimiento” es la organización de vecinos que intenta que sus tierras se vendan al precio que consideran justo.

“Nos oponemos a que gente le ponga precio a nuestra tierra y a nuestra dignidad. Queremos un precio justo por el terreno, por la casa y por la calidad de vida que perderemos”, explicó Gómez.

Pero lo que dice Gómez que cuesta el metro cuadrado en Boca la Caja –6 mil dólares– está lejos de los precios pagados en terrenos vecinos.

Iván Carlucci, ex presidente de la Asociación Panameña de Corredores de Bienes Raíces y gerente en la empresa Inversiones Natasha, dice que el terreno donde hoy se construyen Los Faros de Panamá –proyecto millonario que se levanta detrás del Instituto Alberto Einstein , cerca de Boca la Caja– costó 500 dólares el metro cuadrado.

Los terrenos en Avenida Balboa, un área muy cotizada de la ciudad por su cercanía al mar, la construcción de la cinta costera y los pocos terrenos disponibles,
alcanzan un valor de 4 mil dólares el metro cuadrado.

“Los que puedan estar comprando lo hacen bajo riesgo”, enfatiza Carlucci, porque lo están haciendo “a sabiendas de que no hay zonificación de alta densidad” en el sector.
Por esto mismo, dice el gerente de Inversiones Natasha, los precios que podrían estar pidiendo los residentes del barrio pesquero nacido a principios del siglo XX son irreales.

Porque, aunque en general cualquier tierra en la ciudad que esté frente al mar despierta el interés de los inversionistas, “[Boca la Caja] es un brillante en bruto que un conocedor no va a pagar como si fuera un brillante pulido”.

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