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La cifra global de habitantes está por llegar a los 7 mil millones, lo que supone enormes retos.
7 mil millones, un hito global
Hoy es el Día Mundial de la Población, fecha para recalcar en los problemas demográficos y el desarrollo. Para ser efectivas, las políticas públicas deben contemplar las dinámicas de la población.
TAMARA DEL MORALtdelmoral@prensa.com
A finales de octubre de este año, la población mundial llegará a los 7 mil millones de personas, lo que supondrá mayores retos para satisfacer las necesidades de todos.
Actualmente hay unos 3 mil 700 millones en edad reproductiva, y se prevé que la población seguirá creciendo por varias décadas. Para mediados de este siglo, se proyecta que habrá 9.3 mil millones de humanos en el planeta. El 97% de los 78 millones de habitantes que se suman cada año a este escenario corresponde a países menos desarrollados.
Más allá de las frías cifras, es un tema que preocupa porque involucra el futuro del planeta y de la especie humana. Por ello hoy, 11 de julio, Día Mundial de la Población, es una fecha para llamar la atención sobre los problemas demográficos y el desarrollo.
Mientras los países más ricos consumen los recursos en una forma insostenible, en los más pobres, la desigualdad, la pobreza extrema, la inseguridad alimentaria y las altas tasas de natalidad y mortalidad se conjugan en un círculo vicioso.
Según el Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA), el futuro dependerá, en parte, de la política y las decisiones que se tomen ahora respecto a planificación familiar, atención materno-infantil, educación de las niñas, y mayores oportunidades para las mujeres.
AMBIENTE
La deforestación tropical, la sobrepesca, la degradación de suelos y la contaminación son solo algunos ejemplos de cómo el ser humano ha socavado el ambiente.
El 32% de las reservas de peces están explotadas en exceso, algunas agotadas, ha advertido la FAO. El exceso de CO2 atmosférico se está colando en los océanos, volviéndolos más ácidos y afectando la vida marina.
Además, unas 17 mil especies conocidas de plantas y animales están en riesgo de extinción por la pérdida de su hábitat. Y, a medida que avanza la pérdida de biodiversidad, se reduce la seguridad alimentaria y la posibilidad de hallar potenciales fuentes de medicinas.
Si la demanda de agua, árboles, alimentos, energía y espacios habitables ya ejerce una gran presión sobre el planeta, ¿qué pasará cuando haya más gente viviendo en él?
Balance y planificación
Los factores económicos, políticos y ambientales influyen en cómo crecen y cambian las poblaciones. Si no se toman medidas ahora, podrían darse una mayor presión ambiental, inseguridad alimentaria y conflictos sociales en el futuro.
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| ACCESO. La educación y la planeación familiar son claves. NYT |
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En 2007, el científico Paul Erlich, experto en estudios de población, evolución humana y ambiente, y autor de varios libros, entre ellos The Population Bomb (1968), dictó una conferencia en Panamá sobre los problemas ambientales asociados al incremento poblacional. En esa ocasión, se refirió a la fórmula I=PAT, que mide el impacto humano (I), en función de la población (P), la riqueza y el consumo (A) y la tecnología (T).
En el contexto actual, el debate sobre la relación entre estos parámetros continúa: ¿Es el crecimiento de la población la causa de los problemas en el planeta? ¿O acaso se debe a la tecnología y el bienestar económico, que promueven un mayor consumo de recursos?
Para el científico William F. Laurance, investigador asociado del Instituto Smith- sonian de Investigaciones Tropicales desde la Universidad James Cook de Australia, es un poco de todo.
“Somos casi 7 mil millones y el consumo per cápita sigue en aumento. Se espera que la población global llegue a 10 mil millones y la actividad industrial aumentará entre 300% y 500% para 2050. Eso significa una mayor presión para la Tierra y sus recursos naturales”.
Agrega que es necesario reducir el consumo desmedido de alimentos, tierras, energía y otros recursos naturales, que es mucho mayor en naciones industrializadas como Estados Unidos, Australia, Japón y en Europa.
En la naturaleza hay varios mecanismos para controlar las poblaciones: enfermedades, depredación, parasitismo y la competencia entre especies. Laurance señala que “al incrementarse la población mucho más de lo ‘natural’, los humanos se hacen más vulnerables a crisis potenciales, como guerras, epidemias, conflictos sociales, hambrunas, migraciones masivas y un aumento en las muertes por la contaminación y las catástrofes”.
DECISIÓN PERSONAL
Aunque la tasa de fecundidad mundial ha disminuido 50% en 50 años, prevalecen grandes diferencias entre los países. En Japón, por ejemplo, es de 1.5 niño o menos por mujer, pero en otros, como Afganistán, es de 5 niños o más por mujer.
Si dos países tienen una población similar ahora, pero tienen una gran diferencia en la tasa de fecundidad, en el futuro, la población de uno se reducirá y la del otro se podría duplicar. En este aspecto, juegan un rol fundamental la educación, el ingreso y la planificación familiar, este último un tema que suele ser polémico.
“La planificación familiar se refiere a ‘prevenir la concepción’ (el encuentro del óvulo y el espermatozoide) para evitar que se forme un embrión. No se trata de interrumpir un embarazo de ninguna manera”, explica el Dr. Alfonso A. Lavergne, ginecólogo obstetra de la Asociación Panameña de Planeación de la Familia (Aplafa) de La Locería, quien dirigió esa agrupación por 10 años.
“A veces se usa el término equivocadamente y se dice que es ‘control de la natalidad’, pero no son lo mismo. El ‘control de la natalidad’, que se promueve en países como China, sí puede incluir métodos abortivos, pero la planificación familiar no”.
El médico destaca que la educación sexual contribuye a retrasar las relaciones tempranas y a prevenir las enfermedades de transmisión sexual y que el uso de métodos anticonceptivos reduce los embarazos no deseados y abortos provocados.
“La planificación familiar también evita problemas sociales, pero tampoco hay que irse a los extremos, como pasa en Europa, donde la población envejece cada vez más”. En su opinión, el Estado tiene la obligación de facilitar la educación a las personas y el acceso a métodos anticonceptivos.
Laura Flores, representante auxiliar del UNFPA, indica que ese organismo también promueve la planificación familiar para evitar embarazos no deseados, pero no el aborto. “Hay un vínculo muy directo entre salud sexual reproductiva y la pobreza. La planeación familiar se tiene que ver desde la elección personal, pero las personas deben tener acceso a la educación para decidir”.
El Dr. Laurance concuerda con ambos. “La planificación familiar tiene un impacto en el tamaño de las familias y en la tasa de crecimiento poblacional, con muchos resultados positivos asociados, como una mejor educación, ingreso, estabilidad marital y salud para la familia y los niños”.
Según la Encuesta Nacional de Salud Sexual y Reproductiva de Panamá 2009, las mujeres del país (excluyendo la comarca Guna Yala) reportaron un promedio en el tamaño ideal de familia de 2.3 niños. Sin embargo, en las comarcas Ngäbe Buglé y Emberá, donde consideran ideal tener 2.9 y 2.8 hijos respectivamente, tienen en promedio de 6.2 y 6.1 hijos, respectivamente.
La encuesta reveló que el 27.4% de las mujeres casadas o unidas tiene necesidades insatisfechas de planificación familiar; 7.3% para espaciar su próximo nacimiento y 20.1% para limitarlo. Esta necesidad insatisfecha es 2.9 veces mayor en el área indígena.
RELEVO GENERACIONAL
A medida que hay menores tasas de fecundidad y la gente vive más años, puede haber una escasez de mano de obra, ya que la cantidad de trabajadores que se jubila podría superar la de los nuevos trabajadores. Esto incide en la economía. Incluso, algunos jubilados podrían seguir trabajando, lo que crea una presión grande, sobre todo, en tiempos de crisis financiera mundial, expresa Flores. “Será necesario adaptar las políticas públicas, tomando en cuenta la dinámica de la población”.
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